¿Militares en las calles? No es para menos.

Muchos se atormentan por la presencia de militares en las calles. Como si dicho hecho confirmara la presencia de una dictadura. Pero no hay nada más alejado de ello en Bolivia. Es simple, no hay dictadura porque existe libertad de expresión, no hay dictadura porque todos los poderes del Estado ejercen con normalidad sus funciones, no hay dictadura porque estamos a días de inciar un proceso electoral que tiene apoyo de varios de países.

¿Pero los militares? ¿Qué hacen recorriendo calles y avenidas con armas de grueso calibre en sus manos? Pues a muchos dicha imagen les recuerda las dictaduras pasadas. Pero para los que sufrieron el terror tras el escape de Morales representan seguridad.

No es para menos. Hay que reconocer que las protestas antes del esacape de Morales tuvieron algunos incidentes, como la quema de las puertas de algunos tribunales y el acoso a autoridades del ex gobierno. Pero las protestas después de la renuncia de Morales tuvieron un tono completamente distinto.

Se quemaron unidades policiales enteras, se dinamitaron puentes, hubo saqueos a casas y negocios, quemaron decenas de buses, trataron de tomar a "dinamitazos" una planta de hidrocarburos, hicieron explotar un gaseoducto,  tomaron el Chapare creando una policía sindical que mató a un joven a golpes. En resumen hubo terrorismo. 

Y eso no es todo, luego de que militares y policías  restablecieron el orden ante las masas pagadas que pedían a gritos guerra civil, las declaraciones de los líderes del MAS no pararon de incendiar el país. El ejemplo más claro de ello es Evo Morales que desde el barrio  "jailon" de Colegiales en Buenos Aires, pide organizar milicias armadas para tomar el poder.

Por ello, aunque muchos vean como un peligro la presencia de militares en las calles, yo la respaldo, porque me da seguridad. Porque sé lo que se siente que tu casa y tu familia estén señaladas para ser quemadas por hordas de borrachos que ni sabían bien mi nombre. Porque sé, como miles de bolivianos, el terror que implicó no dormir dos días ante el miedo de que el esfuerzo de una vida sea quemado por la intolerancia.

Ahora sabemos que los terroristas fueron pagados, sabemos que sus movilizaciones son minúsculas y que carecen de importancia, pero también sabemos que no se necesita de muchos radicales para hacer daño.

Por Augusto Díaz. 

#ResistenciaCivil